jueves, 29 de septiembre de 2011

LA ACTUACIÓN TEATRAL

La verdadera creación en la actuacion debe recordar siempre al público que está presenciando un espectáculo, y dentro de esa atención, sufriendo cambios en su pensamiento, en su concentración. El espectador siempre está involucrado, y al mismo tiempo, siempre está afuera, a cada instante. En la actuacion, la representación, sólo hay tres cosas necesarias: el texto, los actores y el público. La representación puede ser mímica o utilizar el lenguaje verbal. Los personajes no tienen por qué ser seres humanos, los títeres o el guiñol, han sido muy apreciados a lo largo de la historia, así como otros recursos escénicos.
Se puede realzar una representación por medio del vestuario, el maquillaje, los decorados, los accesorios, la iluminación, la música y los efectos especiales. Estos elementos se usan para ayudar a crear una ilusión de lugares, tiempos, personajes diferentes, o para enfatizar una cualidad especial de la representación y diferenciarla de la experiencia cotidiana. Pero en realidad no son importantes, se utilizan, pero no hacen la esencia de la actuacion. Es fundamental el ritmo en la actuacion, como en todos los instantes de la vida, todo en el mundo es ritmo. Cada obra tiene un ritmo verbal, el del texto, y también el visual, los movimientos, el ritmo de toda la representación; acelerar, ralentar, detenerse, de eso se trata. El artista debe sentirse cómodo con el texto, con el personaje, sin llegar a una excesiva identificación con el mismo.


La actuacion en el siglo XVIII
Todas las producciones de la actuacion a lo largo de la historia han sido organizadas y unificadas por un individuo, pero la idea de un director que interpreta el texto y crea un estilo de actuación, sugiere decorados y vestuarios y da cohesión a la producción, es algo moderno. Durante mucho tiempo, la función del director era asumida por el autor de la obra.
En el siglo XVIII y parte del XIX, el director era a menudo el actor principal de la compañía, el actor gerente. La creciente dependencia de las cuestiones técnicas, los efectos especiales, el deseo de precisión histórica, la aparición de autores que no se involucran directamente en la producción y la conveniencia de interpretar aspectos especiales del personaje, crearon la necesidad de un director.
El director debe ser delicado, debe escuchar al actor, protegerlo, respetarlo, para poder comunicarse con él de la mejor manera, y crear un vínculo de crecimiento desde el punto de vista humano y profesional.
Trabajar junto a los actores es un saludable acto de creación, una manera maravillosa de hacer contacto con los demás: llegar al salón de ensayos, reunirse con los actores, trabajar con ellos, aprender a escuchar las palabras y el corazón del autor junto con ellos, es una forma de vivir, la mejor de todas para quienes sienten esta vocación.Aunque parezca no advertirlo, el actor debe estar cien por ciento consciente del público, en todo momento. No debe olvidarse nunca de los espectadores, porque, en caso contrario, se retrae a una especie de soledad, de mundo privado, y el espectador pierde interés en él. Es este trabajo, el del arte escénico, la actuacion, una búsqueda de conexión con el espectador, no se lo puede dejar aislado en una actitud pasiva, hay que mantenerlo activo, partícipe de lo que sucede en la obra puesta en escena.
Más información en http://www.bibliotecateatral.org.ar/teoria.asp